domingo, 6 de julio de 2008
Guión
de un monólogo
Hey, muy cordiales buenas noches, noches señoritos y señoritas, amigos y amigas. Buenas noches, noches a todos y a todas, sin excepción alguna.
Estoy un poquillo preocupado, bueno, voy a ser franco, que no vayáis a confundir con el puto Paquito, eh.., estoy bastante preocupado. Vivimos como si fuéramos inmortales y sólo a veces, cuando a nuestro alrededor, sucede algo irreparable, abrimos los ojos y vislumbramos por un instante la realidad. Yo antes era así, compadre, pero eso no es vida...
Así que, señores, tendemos a cerrar de nuevo los ojos o, al menos, a entornarlos porque la vida, como el show de
la canción, debe continuar, y si estuviéramos considerando sin cesar
nuestra condición de seres mortales que nacen con una fecha de
caducidad, que no viene marcada en ninguna etiqueta visible, no iríamos a
la oficina cada mañana, no nos meteríamos en atascos absurdos y gilipollescos, que hacen perder cientos de horas al que tiene coche, yo afortunadamente me libro.
Por lo general, excluyendo a la gente del taco, no nos gusta nada lo que vemos, nos causa pavor, pánico y hasta náuseas a algunos, nos demuestra lo débiles y transitorios que somos. Nos gusta criticar todo, la mayoría de las veces, sin fundamento alguno. Los rumores, el 95%, más falsos que un Real Betis Balompié en Champions League, corren como la pólvora, la mayoría de las veces, dañinos, creados por algún hijo de puta amargado. Somos envidiosos por naturaleza, bueno, en este caso, sois, porque a un menda, se la suda ya todo, todito, todo, eh...
Tampoco nos embutiríamos en unos malolientes medios de transporte, atestados como vagones de ganado. Pues olerle el ala a muchos y muchas es un poquito desagradable, ¿no creéis lo mismo? A lo mejor me estoy equivocando, y os gusta una jartá la peste sobaquil.
No engulliríamos en quince minutos comida envasada, sólo para seguir trabajando, mientras el trepa, lameculos o pelota de turno, está su horita y pico en el restaurante, con comidita pagada por la empresa. Ni tampoco nos hacinaríamos en casas microscópicas, en cajas de zapatos como un servidor, por las que pagamos, lo que nunca ganamos.
No sonreiríamos como bobos al cabrón del puto director de la sucursal bancaria, que nos da ese dinero que no tenemos, después de suplicarle y, metafóricamente, hacerle una mamada, ni soportaríamos con una especie de estoicismo feliz, la fealdad de unas ciudades sucias, asfixiantes, ruidosas y llenas de gente corrupta como dirigentes, normalmente facha, que justifican la necesidad de seguir tirando de un carro que pesa cada vez más.
No pensaríamos que ya tendremos tiempo para hacer lo que de verdad queremos hacer, porque seríamos conscientes de que puede, que más tarde no tengamos ese tiempo. Eso es más cierto, que los Matamoros no usan champú...
No pasaríamos el día enterito, deseando que llegue pronto el día siguiente y luego el otro, para que el fin de semana esté ya aquí, y entonces empezar a suspirar por las vacaciones de verano, momento en que ansiaremos, que lleguen las Navidades. Eso se llama, vivir amargado, no saber disfrutar de nada.
No permitiríamos que nos hicieran creer que la felicidad, está en comprar cosas, ir a la moda que dictan algunos papanatas, llevar el peinado que al gordito de Ronaldo o al pijo de David Beckham, se le ha ocurrido, ni nos consolaríamos pensando que, al fin y al cabo, todos hacemos lo mismo, porque todos estamos en la misma puta espiral de inconsciencia.
El satírico escritor irlandés, Jonathan Swift escribió una vez: -Ojalá vivas todos los días de tu vida. Pues eso, pishita, ojalá. Os veo a todos, público sumiso, cariñosamente hablando. La mayoría habéis sonreído, pero segurísimo, que casi nadie, a lo mejor hay algún lector, sabe quién era Jonathan Swift, el satírico escritor irlandés. Pues su obra principal, es Los viajes de Gulliver, que constituyó en su momento, una de las críticas más amargas que se han escrito contra la sociedad y la condición humana. Y estoy hablando de 1700 y pico, concretamente, 1726, manda huevos...
Para resumir todo lo que os he contao, hay que vivir cada día, como si fuera el último de tu vida. No dejar nunca, para mañana, lo que puedes hacer hoy. Porque nadie, y cuando digo nadie, es nadie, sabe si mañana estará, que quede clarito, eh...
Bueno señores, público siempre expectante, el pescao ya está vendio por hoy, vamos, que se acabó ya, el monólogo de hoy. Muchas gracias a todos y a todas por reíros algo, o por lo menos habéis sonreído una mijilla, que os he visto, no me podéis engañar, que soy perro viejo en esto... Lo dicho, hasta la próxima, pecadores de la pradera, portaros bien y cuidaros mucho...
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